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Controlador de CO2 DOSIS
VDL
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Controlador diseñado para liberar dióxido de carbono a partir de una botella de CO2 (no incluida). Cuenta con un temporizador interno regulable calibrado para varios tamaños de cultivo. Alto para invernaderos de hasta 100 metros cuadrados, mantiene la zona de cultivo entre 1000 y 1200 ppm. El suministro de Co2 se debe hacer durante el ciclo de día de las plantas.
Descripción del producto
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El uso del controlador se realiza conectando el mismo tanto a la corriente eléctrica como a una botella de CO2 y regular el temporizador según el tamaño del invernadero. Con el controlador se suministra una tabla con gran cantidad de tamaños de habitación, de manera que instalar este equipo lleva pocos minutos.
Uso en salas de cultivo de interior: por lo general, en las salas de cultivo de interior el controlador de CO2 deberá conectarse al suministro del sistema de iluminación para que solo funcione cuando los focos estén encendidos.
Uso en invernadero: Para el cultivo en invernadero, el controlador de CO2 debe conectarse a un temporizador de 24 horas para que este se encargue de apagar el controlador durante las horas de oscuridad, dado que durante dichas horas no sirve de nada elevar los niveles de CO2.
El CO2:
El dióxido de carbono (CO2) es un gas incoloro e inodoro que se produce de manera natural en nuestro entorno. Suele estar presente en la atmósfera con una concentración media aproximada del 0,036% o 360 ppm.
Al dióxido de carbono presente en nuestra atmósfera se le conoce con el nombre de “gas de efecto invernadero”. Este gas que se produce de forma natural, junto con el vapor de hidrógeno, el metano, el óxido nitroso y el ozono, actúa como las paredes y el techo de cristal de un invernadero. Deja pasar la luz solar para que las cosas del interior se mantengan calientes, pero no deja salir el calor. Por esto es por lo que los científicos empezaron a llamar a estos gases “gases de efecto invernadero”, debido a su efecto de calentamiento en la tierra. Los científicos creen que nuestro planeta, de no ser por los gases de efecto invernadero, sería un lugar inhabitable con una temperatura media de unos -23 °C.
A pesar de encontrarse en un porcentaje muy pequeño de nuestra atmósfera, el dióxido de carbono resulta esencial para casi cualquier forma de vida. Sin CO2 probablemente no existiríamos, ya que el dióxido de carbono es el principal compuesto inorgánico que las plantas utilizan para construir sus tejidos. A su vez, nosotros obtenemos nuestros recursos energéticos directamente consumiendo plantas o indirectamente al alimentarnos de animales que se alimentan de plantas. Por lo tanto, parece bastante claro que el dióxido de carbono mejora y hace posible la existencia de toda la vida que puebla la tierra. Al tratarse de un ingrediente atmosférico esencial, el CO2 convierte a nuestro planeta en un lugar en el que se puede desarrollar cualquier forma de vida.
Muchos cultivadores no son conscientes de la importancia que el dióxido de carbono tiene en su sala de cultivo. La mayoría de plantas suelen crecer más rápido y con un mayor tamaño cuando se mejoran los niveles de CO2, gracias a una mejor fotosíntesis y a la reducción de la pérdida de agua. Además, conlleva una serie de beneficios adicionales para las plantas, entre los que destacan una mayor resistencia a las temperaturas extremas y otras formas de estrés, un mejor crecimiento con intensidades de luz bajas, la mejora de los ratios raíz/parte superior y menos daños a consecuencia de los contaminantes atmosféricos.
El término fotosíntesis se emplea para describir el proceso a través del cual las plantas combinan moléculas de CO2 con moléculas de agua para formar azúcares complejos, dando lugar a un átomo de oxígeno adicional que se vuelve a liberar al aire, pasando la planta a procesar los azúcares para formar polímeros naturales para el crecimiento. La concentración en el ambiente de CO2 en aire es de 300-400 ppm. Las plantas de crecimiento rápido de su sala de cultivo o invernadero pueden utilizar todo el CO2 disponible en menos de una hora ralentizando la fotosíntesis y, como consecuencia, hasta que el crecimiento quede prácticamente paralizado.
Parece claro que la velocidad a la que las plantas pueden crecer dependerá de la disponibilidad de azúcares complejos fotosintetizados. El hecho de incrementar el nivel de CO2 en el entorno de la sala de cultivo provoca la producción de más azúcares, lo que permite a la planta crecer con un mayor tamaño y a mayor velocidad. El nivel óptimo de CO2 para el crecimiento de la planta suele estar comprendido entre 1.200 y 1.600 ppm. Las plantas que se cultivan con este tipo de entorno pueden llegar a crecer hasta un 40% más rápido, con lo que se reducen los periodos de cultivo y se aumenta la producción. Por supuesto, todo ello asumiendo que no existe ningún otro factor limitador como la falta de luz disponible, etc.
Cabe destacar que el hecho de incrementar los niveles de CO2 por encima de los 2.000 ppm por lo general no comporta ninguna ventaja para la mayoría de especies vegetales de invernadero. Asimismo, también debe mencionarse el hecho de elevar los niveles de CO2 durante las horas de oscuridad tampoco suele comportar ninguna ventaja.
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